viernes, 14 de octubre de 2016

Prólogo~

We're not Potter

Prólogo

Un susurro acariciaba el aire, rompiendo el silencio. Tan sólo un susurro suave, a penas audible, cuyo significado involucraba años y años de ardua búsqueda e investigación por todo el mundo. Décadas de trabajo basado en rumores y las más oscuras esperanzas. Pero aquellas palabras, aquel trémolo murmullo, significaba demasiado para tanto esfuerzo.

Buenas noticias. Así podría resumirse. Esperanza, crimen, futuro. Y mucho, demasiado poder, oculto en el cuerpo de un niño.

- Le hemos encontrado. Hemos encontrado al descendiente.
Las palabras picaban, luchaban por salir. Retorció los dedos de los pies y se pellizcó las manos sudorosas.

- ¿Estáis seguros de que es él? - preguntó intentando reunir todo aquello que quería decir, todo aquello que le atormentaba y luchaba por salir en una sola cuestión.

Y cuando la mujer encapuchada que frente a él se erguía, temblando, asintió despacio, pudo al fin sonreír. Una sonrisa retorcida, cruel y oscura que escondía el secreto de la más horrible búsqueda, con las más temibles intenciones.

Y en el silencio de la noche, en la oscuridad de las calles, a espaldas del mundo, el futuro se sacudió y se desdibujó.

La búsqueda había terminado. Y pronto, muy pronto, la maldad y el miedo que dominaron el pasado retornarían su trono tan esperado.

Y nadie podría evitarlo.

~♤~

- Feliz cumpleaños, Hayley.

Eso fue lo único que logró decir su madre aquella lluviosa mañana  de abril antes de echarse a llorar a moco tendido de nuevo, como si hubiese cometido el peor de los pecados. 

Su padre, con la mirada perdida en la madera de la mesa del comedor frente a la cual estaba sentada la familia aquel cumpleaños tan manchado de gris sostenía un sobre pulcramente preparado y sellado, que desprendía un aura solemne que le hizo cosquillitas a la chica en la nariz.

El día 8 de abril, hacía ya diecisiete años, a medianoche exactamente, había nacido la menor de la familia de los O'Brian, la pequeña -ya no tan pequeña- Hayley. Y de hecho, aquel mismo día varias horas antes, cuando el sol brillaba más alto, nació su mejor amiga, Cataleya MacPherson. Pero nunca, jamás, en aquellos diecisiete años de rutinaria vida, había visto a su familia tan perdida. Tan... rota. Nunca había visto a su madre llorar tan desconsoladamente como aquel día.

Su padre, sin levantar la mirada de la mesa, le tendió el sobre. Un único sobre, blanco, con un brillante sello rojo y un extraño logo en el dorso.

- Lo siento tanto, cielo... no te enfades, por favor... - había logrado murmurar su madre entre sollozos, justo antes de que un terrible grito de ira resonase por el patio de luces, que Hayley relacionó inmediatamente con su amiga.

¿Por qué está tan enfadada Cataleya? Se preguntó.

Extendió la mano y cogió el sobre con dos dedos, como si quemase, porque tenía la sensación -y cuando ella tenía una sensación, nunca se equivocaba- de que ese sobre contenía algo que cambiaría todo. Pero no un "todo" que abarcase simplemente su vida, sino un "todo" que haría cambiar el curso del tiempo. Tragó saliva -con otro grito de su mejor amiga de fondo, en el que casi pudo distinguir las palabras "mentira" y "magia"- y abrió el sobre despacio. Dentro había un trozo de papel doblado, que desdobló y leyó con cuidado.

Estimado(a) Hayley Taylor O'Brien:

Director(a): Rose Weasley


-Nueva Orden del Fénix, Orden de Merlín, Maga superior, Jefa de Brujas, Primera Clase-


Tenemos el placer de informarle que ha sido aceptado(a) en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechiceria. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.
Muy cordialmente,

Sebastian Grallen Downey

Tragó saliva y miro a su madre, que intentaba secarse las lágrimas que no dejaban de salir, y a su padre, que la observaba en completo silencio.

- Esto... ¿Esto es algún tipo de broma, papá?

Él simplemente sonrió con nostalgia.

- No, cielo. No lo es. - dio un largo suspiro y cogió aire, sin apartar los ojos de su única hija, su única descendiente, que había vivido tanto tiempo en la ignorancia de quien era realmente, en una mentira demasiado rutinaria para parecerlo. - Hay, ¿Te acuerdas cuando eras pequeña, y pasaban... cosas cuando sentías algo con mucha fuerza? Cuando aún vivíamos todos juntos en el castillo de Kilkenny...

Ella asintió en silencio. No se acordaba con exactitud, porque de aquello hacían ya muchos años, pero varias imágenes le vinieron a la mente: ella enfadada porque no quedaba pastel, su madre asustada y la lámpara de araña balanceándose peligrosamente rápido en el techo, ella feliz en su quinto cumpleaños, cuando el tío Derek le regaló un libro para aprender a dibujar animales, su padre furioso y las ventanas de la cocina estallando en mil cristales... Poco después de aquel cumpleaños, sus padres hicieron las maletas y se mudaron los tres a Londres, donde conoció a su mejor amiga, pero nunca supo el porqué de su repentino traslado.

- Nuestra familia, los O'Brien, es una antiquísima familia de magos y brujas, de los de verdad. - continuó su padre. - Una de las Primeras Familias europeas, de sangre limpia. Justo como tú, Hayley.

- Entonces... ¿Soy una bruja?

Su madre dejó escapar un grito ahogado y su padre le frotó la espalda con dulzura, intentando darle apoyo ante aquel difícil discurso.

- Sí. Al igual que tu madre. Al igual que yo. - cogió aire de nuevo. - muchas de aquellas experiencias extrañas que vivimos en Irlanda, eran verdaderamente... magia. Magia que tú no podías controlar, Hay, porque eres maga. -  tenía poder mágico y total ignorancia sobre él.

Ella bajó la mirada a la carta, y volvió a dirigirla a su padre.

- ¿Qué es Hogwarts?

- Es un colegio. El mejor colegio de magia, si se me permite opinar. Y el colegio en el que estudiamos la materia en toda nuestra familia.

- ¿Vosotros estudiasteis allí?

- Yo sí, pero tu madre no. Ella estudió en Beauxbatons, una escuela de magia francesa. - se humedeció los labios despacio y continuó su discurso, con la mirada brillante de nostalgia. - Cuando tu madre estaba embarazada, tu abuelo te inscribió en Hogwarts, en contra... en contra de nuestra voluntad. Él era amigo de la directora Weasley, y le hizo prometer que aún si tuviese que mover cielo y tierra, estudiarías allí para convertirte en una buena bruja. Pero... tu madre y yo nunca quisimos aquello para ti.

Las lágrimas le picaban en los ojos a Hayley, luchando desesperadamente por salir al escuchar aquel maravilloso gesto de su querido y fallecido abuelo, que recientemente sabía que además de ser un ancianito arrugado, barbudo, dulce y bromista, era un mago poderoso con contactos.

- ¿Por qué? - preguntó en un susurro casi inaudible, tratando por todos los medios no llorar.. - ¿Por qué no... me dejasteis, como quería el abuelo?

Su madre sollozó con fuerza, enterrando el rostro entre las manos para sofocar los gemidos e hipidos.

- Es peligroso, Hayley. Cada día mas y más. Hay algo muy oscuro ahí fuera, que afecta a todos los magos y brujas del globo. Cuando tu madre quedó embarazada, decidimos... que lo mejor y más seguro para ti, era ocultarte todo aquello. Protegerte. Por eso nos fuimos de Irlanda, cielo. Hay demasiada magia en ese lugar, sobre todo en el castillo. Y tu tío y el abuelo no ayudaban mucho a ocultarte nada. Londres es una ciudad casi igual de mágica que Kilkenny, pero... supongo que no podemos dejar atrás de esta forma nuestras raíces. - dejó escapar una risa amarga, con la vista fija en su hija pero la mirada perdida. - La señora Weasley nos permitió... mantenerte en casa, viviendo con muggles, hasta que cumplieses 17, tu mayoría de edad. Entonces, tú decidirías tu camino.

Hayley miró de nuevo la carta. El sello. Las letras que bailaban por sus ojos empañados.

- Perdónanos, Hayley, mi amor. Pensamos que era lo mejor... Rose... Rose dijo que la ignorancia es una horrible debilidad pero... nosotros... lo siento, hija. Te queremos...

- Lo sé - Hayley se tragó sus lágrimas y alzó la barbilla. Se levantó, abrazó con fuerza a su madre y besó a su padre en la mejilla. - No os guardo ningún rencor, papá. Os quiero muchísimo. Daría mi vida por vosotros, y lo sabéis. Sólo... sólo... esto es mucha información en tan poco tiempo. Creo que... tengo mucho que pensar.

- Tienes que contestar antes de agosto, cielo. Aún tienes tiempo. Y... creo que deberías hablar con Cat... - empezó su madre un poco más calmada, pero fue interrumpida por el potente sonido del timbre.

Cuando Hayley corrió hasta la entrada y abrió la puerta, su mejor amiga saltó a sus brazos y la cubrió de besos.

- ¡Hayley! ¡Somos... somos brujas!

- Espera espera... ¿Tú también?

Continuará...

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¡Lo prometido es deuda! Aquí está el prólogo del tan esperado fanfic que con tanto mimo hemos preparado para vosotros, Potterheads.

¿Y bien? ¿Qué os parece?

Hacédnoslo saber en los comentarios -que nos ayudan a escribir más rápido, y eso. Jeje. Jejejeje. PUBLICAD CAPÍTULOS HOSTIA-.

Y con esto y un bizcocho... o mejor una rana de chocolate... Mmmm... chocolate... nos despedimos por hoy, Nun al teclado para variar.

¡Miles de Always y besitos Potterheads para todos vosotros, lectorcillos y lectorcillas!

Gracias por el apoyo que esperamos que no sea silencioso. Jeje.

Las Nuevas Merodeadoras:


Aldo, Val y Nun.


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