- Cataleya, te
presento a mi primo Callum. Callum, ésta es mi ángel de la guarda,
Cataleya.
Primer
día de clases para Callum Ollard. Cada año, los primeros
días de la llegada a
Hogwarts eran emocionantes.
Sin
embargo, era el primer año en el que desempeñaba el papel de
Prefecto de su
casa, Hufflepuff. Ese día se había levantado temprano para ayudar a los alumnos
de primer año a acostumbrarse un poco a la vida en el castillo. A primera hora
le tocaba Historia de la Magia y se había asegurado de tener todo en orden para
poder guiar a los primerizos Hufflepuff hasta su primera clase.
A
pesar de ser novato en la experiencia de ser el responsable de su casa, se
estaba esforzando. Llevaba dos años enamorado de aquel ambiente hogareño y
cálido, y deseaba por encima de todo que todo funcionase de la mejor manera posible.
Quería
recordar ese año como el año en el que Hufllepuff resplandecería y destacaría.
Así
que se lo tomó con calma al ver que todos los alumnos estaban cumpliendo sus
deberes mañaneros.
Una
vez en el Gran Comedor, se tomó un par de minutos para decir unas palabras a
los recién llegados.
- Muy buenos días a todos, especialmente a
nuestros nuevos compañeros que llegaron ayer por primera vez al castillo. Será
un placer para mí el poder ayudaros en cualquier duda que tengáis sobre el
castillo, las clases o los profesores. Mi nombre es Callum Ollard y es mi
primer año como prefecto de esta casa. Ahora me dirigiré a los alumnos de
primer año para recordarles unas cuantas normas básicas…- no pudo terminar la
oración, puesto que una magdalena de zanahoria impactó de lleno en su cara.
Toda
la mesa se quedó completamente en silencio durante unos
segundos, observando a
dos chicas sentadas una en frente de la otra, discutiendo en un tono que Callum
clasificó como de exteriores.
- - ¡Tú eres la rara! ¡Estúpida granjera! ¡Vuélvete
a Italia a recoger mierda de dragón! - gritó la primera, una chica de pelo
castaño claro y largo, peinado en una coleta alta.
La
otra chica, de pelo rubio, largo y un poco rebelde, soltó una carcajada amarga
y le lanzó un bollo relleno de crema, que explotó al colisionar con la cabeza
de la otra chica, que se había quedado paralizada, sin creerse lo que la rubia
había hecho.
-Oh, tú no te has atrevido. No me lo creo.
-Créelo, idiota. ¿Se te han bajado los humos ya?
Nadie
en toda la mesa amarilla y negra podía creerse lo que aquellas dos chicas
desataron.
La
primera y gran guerra de comida entre tejones. Duró como dos minutos hasta que
Callum puso fin a dicha estupidez.
Tomó
a la chica castaña de segundo año y comenzó a buscar con la mirada a la rubia,
pero había desaparecido.
Regañó
a la chica que consiguió retener y le impuso como castigo recoger lo que habían
manchado.
- - ¿Cuál es el nombre de la chica que tiró el
bollo?- le preguntó a la alumna de segundo año.
- - Nerissa Alazio. Es de segundo año, como yo.-
contestó a regañadientes, continuando con su tarea de limpieza.
Sin
más, Callum decidió simplemente buscar a la rubia cuando tuviese tiempo, en
lugar de dejar sus responsabilidades de lado por imponer un castigo a una
alumna.
Ya
lo haría cuando la viese.
- - Parece que eso de ser autoritario no se te da
muy bien, Cal.- bromeó su mejor amigo, Ashton.
- - Cállate. No es tan fácil como lo pintan.- gruñó
el chico de ojos azules, malhumorado. Primer día en Hogwarts y lo primero que
le ocurría en la mañana era ser golpeado por una magdalena.
- - Venga, no te pongas así. Al menos tuviste la
suerte de que te la lanzó una chica. Es lo más cerca que has estado de que una
rubia te haga caso, ¿Me equivoco?- rio su amigo, palmeándole la espalda.
- - Deja de ser tan capullo, ¿Quieres?
Historia
de la magia se impartía en una de las aulas de la segunda planta, por lo que no
se trataba de un camino excesivamente largo desde el Gran Comedor.
Durante
el camino se cruzaron un par de alumnas de Slytherin de segundo año yendo hacia
su primera clase.
Entonces
el prefecto se percató de una cosa. Parte de su trabajo era memorizar los
horarios de los alumnos para saber en qué lugar se encontrarían en caso de
alguna evacuación de emergencia.
Y por
lo tanto, sabía dónde estaría la chica rubia en ese momento.
- - ¡Es cierto! ¡Tiene Encantamientos ahora!-
exclamó, confundiendo a su acompañante.
- - ¿Estás dormido todavía? Tenemos Historia de la
magia, Callum.
El
castaño empezó a correr escaleras abajo.
- - Lo siento, Ashton, tengo que hacer una cosa.
A una
velocidad que casi no se creía, corrió hacia el aula de Encantamientos, dónde
estaban congregados unos cuantos alumnos de Slytherin y Hufflepuff.
Buscó
rápidamente con la mirada hasta dar con aquella cabellera dorada. No fue
difícil, pues resplandecía y destacaba entre el resto de tonos oscuros.
- - ¿Nerissa Alazio?- pronunció alto y claro,
haciendo que la mayoría de los alumnos se diesen la vuelta, excepto ella.
Algunos pasearon la mirada desde el prefecto a la chica, que viéndose sin
escapatoria simplemente se giró para encarar al nuevo prefecto.
Al ver
la expresión del mayor, se dio cuenta de que iba a caerle un gran castigo. Así
que hizo acopio de todo su valor, le dedicó una deslumbrante sonrisa que dejó
paralizados a todos los alumnos presentes.
Sus
compañeros de clase nunca habían visto a Nerissa sonreír de esa manera.
Y
aprovechando que todos estaban desconcertados, llevó a cabo su maniobra de
escape.
Comenzó
una carrera por el pasillo en dirección contraria a su perseguidor, al cual le
llevaba tan solo cinco segundos
de ventaja.
Aprovechando
una de las esquinas de los pasillos, se escondió en uno de los armarios de la
limpieza.
Esperó
pacientemente a que terminasen las clases, puesto que si algún profesor la
veía, tendría más problemas que un patético castigo.
Cuarenta
y cinco minutos después, salió lentamente de su escondite.
Imaginó
que el prefecto había desistido en su tarea de buscarla, así que caminó con
tranquilidad por los pasillos, de vuelta a su siguiente clase.
Callum,
en lugar de volver y tomar su primera clase, siguió buscando a la alumna
problemática por el castillo. En primer lugar, por haber huido del prefecto de
su casa. Y en segundo lugar, por faltar a la primera clase.
Por
desgracia, tenía la sensación de que no sería el único problema que tendría con
esa alumna.
Veinte
minutos después, empezó a darse por vencido, pues no tenía ni idea de dónde
podría haberse metido la rubia.
Entonces,
una manada de alumnos llenaron los pasillos de la primera planta. Decenas de chicos
y chicas con libros caminaban atropelladamente, empujándose unos a otros.
Iba a
poner orden para que nadie se hiciese daño cuando alguien chocó con él,
empujándole levemente. Cuando
miró hacia abajo, se dio cuenta de que había tirado sin querer a una alumna de
pelo castaño oscuro, que llevaba un uniforme de la casa Ravenclaw.
Apenado, le tendió una mano para ayudarla a levantarse.
- - Lo siento mucho, no era mi intención tirarte al
suelo.- se disculpó el castaño. La chica levantó la mirada y ambos se quedaron
completamente sorprendidos.
- ¿Hayley?- la voz del chico fue un tono más
aguda de lo normal debido a la sorpresa.
Él chico
repentinamente también terminó chocando contra las frías baldosas tras sentir
un fuerte
golpe en su
hombro. Miró hacia arriba aturdido viendo la pelirroja cabellera de una chica
de
Gryffindor de
primer año.
–
¿Qué crees que
haces niña? - preguntó él frotándose la cabeza por el golpe recibido, levantándose
y posicionándose frente a Cataleya.
–
¡Imbécil! ¡Casi
la matas! Mira por donde andas birollo. - él se quedó perplejo ante la osadía de
la desconocida. Hayley se rió tras ellos atrayendo la atención.
–
Cataleya, te
presento a mi primo Callum. Callum, ésta es mi ángel de la guarda, Cataleya.- la
pequeña O´Brien abrió mucho los ojos y en su rostro apareció una enorme
sonrisa.
- - ¿No estabas en un internado en Escocia?- le
preguntó a su primo.
-
Bueno… Hogwarts también es un internado.- el
prefecto sonrió con falsa inocencia. No podía decirle que tenía prohibido
hablar con ella sobre magia desde que eran pequeños.
Hayley
fingió creerle tan solo porque estaba realmente contenta por volver a ver a su
primo después de tantos años.
- - Soy prefecto de Hufflepuff.- admitió el mayor,
sonrojándose un poco. Todavía no se acostumbraba al cargo que ejercía.
Su
prima le dedicó una sonrisa maravillada.
- - ¿Qué haces aquí, a todo esto? ¿No deberías
estar en clase?
Aquella
pregunta por parte de la pelirroja le devolvió al mundo real, dónde perseguía a
una escurridiza niña problemática de segundo año que iba causando estragos por
donde podía.
Su
sonrisa se enfrió y buscó con la mirada aquella cabellera característica de la
chica de segundo año, sin éxito.
- - Se suponía que iba a castigar a alguien por lo
de esta mañana en el desayuno, pero se ha escaqueado.- suspiró y se llevó los
dedos índice y pulgar al puente de la nariz, pellizcándolo suavemente con la
intención de calmarse un poco.
- - Nosotras deberíamos ir a nuestra siguiente
clase, la verdad.- Cataleya estaba impaciente. Su siguiente clase empezaba en
diez minutos y no quería llegar tarde ya el primer día.
- - Es cierto, Cata. Primer año, Ravenclaw, Callum.
No lo olvides y ven a verme de vez en cuando.- la pequeña castaña se despidió
de su primo con un dulce beso en la mejilla y se alejó junto a su amiga.
Aquello
dejó una sonrisa permanente en el rostro del prefecto. Había echado de menos a
su prima. Y aunque tenían muchas cosas de las que hablar, se sintió afotunado
porque tendrían años para hablar de todo y más en el castillo.
Continuará...
~♤~
¡Bueno, bueno! He aquí el prometido tercer capítulo del fanfic.
He de decir que estamos muy contentas porque se ha unido un nuevo miembro a la plantilla, Nés, nuestro ilustrador privado. Nos deleitará con fanarts, al igual que nuestra querida Nun. Sus obras las podréis encontrar en el apartado "Fanarts", el cual hemos dedicado exclusivamente a ello. Si alguien nos quiere enviar algún trabajo propio podréis encontrar nuestra información personal en la página donde lo estipulamos. Espero que os guste el tercer capítulo.
¡Val fuera!
Abracitos de
Las Nuevas Merodeadoras