We're Not Potter
Capítulo Tres.
Callum
Recorrían los enredados
pasillos del castillo como si les costase andar, si era que es
normal, dado que todos saciaron su hambre con los ricos manjares del
desayuno.
Más que saciar se empacharon hasta que sus estómagos no
dieron más de sí.
Hayley seguía muy de cerca a los chicos de
delante, mientras Angela caminaba en silencio a su lado, parecía
como si la comida se hubiera comido sus palabras.
Descendían por las
escaleras mientras la morena se extrañaba, no entendía si la clase
se impartía fuera del castillo hasta que se dirigieron al área de
las mazmorras. Hayley no entendió nada, el ambiente era más
sombrío, las paredes parecían gotear maldad. De pronto un
escalofrío recorrió su espalda, lo único que iluminaba los
pasillos que recorrían eran las antorchas pegadas a las paredes,
esos focos proyectaban siniestras sombras, de esas de las que dan
impresión de querer abalanzarse sobre ti en cualquier momento.
El prefecto les indicó
la clase correspondiente, la mazmorra cinco. Todos, confusos,
entraron sintiéndose un poco prisioneros, definitivamente no era el
lugar más acogedor del castillo, al contrario, el aire frío calaba
en los huesos agobiando, sobrecogiendo. Era el lugar perfecto para
albergar la morada de la muerte. Hayley entró seguida de Angela,
quien solo era capaz de mirar a su alrededor asombrada, muy opuesto a
la pequeña O'Brien, a la que el lugar le inspiraba más un
sentimiento de funeral que el de clases lectivas. Los de rojos y
dorados leones ya se encontraban en la estancia, por lo que buscó a
la pelirroja que se hallaba hablando de espaldas a ella, la emoción
la embargó así que corrió a abrazarla, sobresaltándola e
ignorando las miradas de desdén de los Gryffindor que rodeaban a su
mejor amiga, no le importó Cataleya era de ella mucho antes de ser
ordenada en la casa escarlata.
- ¡No sabes cuánto
te he extrañado! - Cataleya se río antes de soltarse para poder
mirarla.
- ¿Qué tal tu
primera noche en la torre Ravenclaw? - Hayley presentó una
expresión agridulce. Cata sabía perfectamente que por muy contenta
que ella estuviera en su casa siempre tendría el defecto de la
ausencia de la que era como su hermana.
- Te he extrañado. -
repite la morena, queriendo dejar claro su sentimiento de vacío. -
Cuando vi que nos tocaba juntas la primera clase casi salto de
alegría, aunque por lo que veo a nuestros compañeros no les hace
tanta gracias. - la pelirroja se rió mirando a su alrededor.
- Sí, llevo desde que
me desperté escuchando quejas sobre lo de compartir esta clase con
vosotros. Aunque creo que os prefieren a los de Slytherin.
- Vaya consuelo...
¿crees que podremos sentarnos juntas? - antes de que Cataleya
pudiera responder la puerta del aula se cerró de un portazo.
Todos los presentes se
asustaron. Una mujer relativamente joven entró al aula como una
ráfaga huracanada de aire, caminó a paso firme hasta posicionarse
de espaldas a su escritorio, y así fijó la mirada en sus nuevos
alumnos de primer año, a Cataleya le pareció como si observase a
unos corderitos entrando al matadero sin ser conscientes de ello.
- Siéntense por
parejas. - Hayley y Cataleya se aferraron la una a la otra hasta
asegurarse de que se sentarían juntas. Una vez todos estuvieron
acomodados la morena le sonrió a Angela, quien estaba sentada a su
lado y tenía por pareja a un chico muy rubio de Gryffindor. La
pelirroja sin embargo comenzó a analizar a su profesora, la voz
firme de la mujer le había impresionado para el aspecto inofensivo
que poseía.
Realmente lucía como
1'60 cm de bondad, la típica mujer de 40 y pico años que tiene alma
de abuelita caritativa. Tenía el pelo con bastantes canas tempranas,
el cual llevaba recogido en un moño demasiado perfecto, la túnica
negra combinada con las ropas del mismo color no inspiraban tanta
calidez como el aspecto bonachón de la mujer, quien ahora había
adoptado una expresión fría seguida de una pose de defensa, es
decir, con los brazos cruzados. Era muy contradictorio.
- Bien. Soy la
profesora Beverly Crawford y este año os impartiré la asignatura
de Pociones. - su tono duro atemorizó a más de un alumno.
Los perceptibles susurros
de la emoción de la primera clase se acallaron instantáneamente.
Ambas muchachas se percataron de la intrépida acción de Angela de
levantar la mano. La profesora Crawford la miró con una expresión
gélida que la joven no pareció percatar.
- ¿Sí, señorita...?
- Me llamo Angela
Burrel. Tengo una pregunta... - pareció vacilar unos instantes, por
fin ella también se ha dado cuenta del glacial ambiente que ha
creado la profesora. - He leído que esta asignatura fue impartida
durante muchos años por el profesor Severus Snape, al que se ha
tildado de ser el mejor profesor de Pociones que ha habido en
Hogwarts, ¿no se siente presionada por el semejante nivel que el
señor Snape ha dejado en su disciplina? - todos se paralizaron,
casi se podía escuchar el viento congelado fluír. La mirada que le
propinó la señora Crawford a Angela casi le dolió hasta a Hayley.
- Y ya han
descubierto, señoritos, porqué no me gustan los Ravenclaw. - la
risa surgió estridente en los alumnos de Gryffindor.
Cataleya no colaboró en
la burla, la señora Crawford se había excedido con la pobre Angela,
aunque decirle eso al hueso que se les había presentado no había
estado demasiado acertada. La cara de Burrel se tornó de un rojo tan
intenso que parecía haberse pintado la cara con la bandera
Gryffindor. Se encogió en su asiento mientras deseaba desaparecer.
- Bien hecho
cerebrito, tú haz méritos para que Ravenclaw pierda puntos, nos lo
vas a poner muy fácil para que ganemos la copa de las casas este
año. - le susurra mordaz su compañero mientras sonríe. Angela se
remueve nerviosa, entonces las dos chicas que están a su lado ven
sus ojos aguados por retener las lágrimas.
- ¡Eh Adams! No te
vuelvas a meter con ella o raparé tu melena de spaguetti. - le
grita por lo bajo Cataleya. Él retrocede aún con la expresión de
superioridad en el rostro. La muchacha le sonríe agradecida por
defenderla contra alguien de su propia casa.
Tras el nuevo silencio de
los murmullos, esta vez provocados por el corte de la profesora a
Angela, la atención volvió a la canosa profesora. Entrecerró los
ojos, parecía analizar a cada uno de los individuos de la estancia.
- Suponiendo que no
estoy tratando con los bebés de mandragora del profesor Longbottom,
pienso que mis alumnos se habrán leído los libros de la
asignatura, ¿quién puede decirme qué relación existe entre el
acónito y la luparia? - Cataleya caviló unos instantes antes de
levantar la mano dudosa. Sabía que si se equivocaba recibiría otra
vejación por parte de Crawford. - ¿Sí señorita MacPherson? -
Cataleya se quedó en blanco momentáneamente, ¿cómo era posible
que la conociera si era su primera clase?
- Ambas plantas son lo
mismo, mi abuela las recolectaba en Escocia ya que son originarias
de allí. Sus flores moradas son muy útiles para la elaboración de
pociones, al contrario de sus hojas, las cuales son muy tóxicas. -
la profesora no apartaba la vista de ella, pero Cataleya no se
permitió que la intimidara.
Mantuvo el porte hasta
que Crawford sonrió, pero su sonrisa se parecía más a cuando las
víboras sacaban los colmillos para inyectar el veneno a su víctima,
que a una sonrisa humana. Se sentó sobre su escritorio con
naturalidad, ¿dónde quedaba la mujer cálida de la primera
impresión?
- Efectivamente
MacPherson, veo que... de momento, está a la altura de su apellido.
- fue a sentarse a su silla mientras se examinaba las uñas con un
aire de supremacía. - Abrid los libros en la página 13, vamos a
hacer que aprendan algo útil de una vez, ya se ha aplazado
demasiado su instrucción.
Así obedecieron todos
sin rechistar. El silencio solo era interrumpido por la voz de la
profesora, quien se limitaba a leer el contenido de dicha página,
pero cuando hacía una pausa Hayley podía jurar que se escucharía
el sonido de un alfiler al caer. Mientras Cataleya aprovechó para
inspeccionar el aula.
Curiosa, muy curiosa, y muy lúgubre. Crawford
fue a su despacho para buscar algún tipo de brebaje para mostrarles.
Angela les llamó discretamente. Ambas muchachas se giraron para
atender a la anteriormente avergonzada Angie.
- ¡Es una mediocre!
Me humilla a mi por preguntarle por el profesor Snape, y ella acaba
de preguntarnos lo mismo que preguntó él el primer año en el que
Harry Potter estuvo en Hogwarts, ¡es estúpida! - Angela parecía
furiosa. - ¡Vamos! ¡Está copiando la actitud y enseñanzas de
Severus Snape! - Cataleya rió lo más discretamente posible
mientras la profesora irrumpió de nuevo en la estancia.
La señora volvió con un
tarro translúcido en cuyo interior se hallaba un líquido verde y
viscoso fluorescente, se lo entregó al primero de la primera fila
para que se lo pasaran hasta el último. Hayley pensó en lo que le
había dicho su compañera de casa, Beverly Crawford copiaba a su
antecesor, ¿por qué? Si renegaba de él, ¿por qué copiar sus
frases y sus métodos? Eso le hizo volver a pensar lo poco que
conocía la historia del mundo mágico, incluso del gran elegido,
Harry Potter. Decidió que iría a la biblioteca a investigar un
poco.
Cataleya mientras leía el libro atentamente, tratando de sacar
algunas conclusiones por sí misma hasta que llegó la sustancia
verde desconocida, la examinó y trató de descubrir sus componentes.
La clase transcurrió
llena de preguntas complejas cuyo único fin es hacerles parecer unos
ignorantes. Cuando finalizó las tres chicas salieron de ahí
suspirando, para ser la primera había sido cual paliza. Salieron todos en
fila, sin hablar hasta traspasar la puerta de la mazmorra. Se
apresuraron hasta llegar al primer piso donde relajaron el paso aún
algo tensos por la mirada penetrante de Crawford. Cataleya se dedicó
a preguntarle más a Angela por el tal Severus Snape, sentía mucha
curiosidad acerca de él. Mientras Hayley se ensimismaba en los
cuadros del castillo, los cuales parecían gifs, pero no lo eran en
absoluto.
De pronto la muchacha se
vio en el suelo, alguien que no había sido ella misma, la había
tirado. Un chico le tendió una mano ayudando así a que se
levantara, se sacudió la falda y miró al chico desconocido con
uniforme de Hufflepuff y la insignia de prefecto brillando en su
túnica. Otra sorpresa la golpeó cuando cruzó la mirada con el
tejón.
- ¿Callum?
- ¿Hayley?
El chico repentinamente
también terminó chocando contra las frías baldosas tras sentir un
fuerte golpe en su hombro. Miró hacia arriba aturdido viendo la
pelirroja cabellera de una chica de Gryffindor de primer año.
- ¿Qué crees que
haces niña? - preguntó él frotándose la cabeza por el golpe
recibido, levantándose y posicionándose frente a Cataleya.
- ¡Imbécil! ¡Casi
la matas! Mira por donde andas birollo. - él se quedó perplejo
ante la osadía de la desconocida. Hayley se rió tras ellos
atrayendo la atención.
- Cataleya, te
presento a mi primo Callum. Callum, ésta es mi ángel de la guarda,
Cataleya.
~♤~
Primer
día de clases para Callum Ollard. Cada año, los primeros
días de la llegada a Hogwarts eran emocionantes.
días de la llegada a Hogwarts eran emocionantes.
Sin
embargo, era el primer año en el que desempeñaba el papel de
Prefecto de su casa, Hufflepuff. Ese día se había levantado temprano para ayudar a los alumnos de primer año a acostumbrarse un poco a la vida en el castillo. A primera hora le tocaba Historia de la Magia y se había asegurado de tener todo en orden para poder guiar a los primerizos Hufflepuff hasta su primera clase.
Prefecto de su casa, Hufflepuff. Ese día se había levantado temprano para ayudar a los alumnos de primer año a acostumbrarse un poco a la vida en el castillo. A primera hora le tocaba Historia de la Magia y se había asegurado de tener todo en orden para poder guiar a los primerizos Hufflepuff hasta su primera clase.
A
pesar de ser novato en la experiencia de ser el responsable de su casa, se
estaba esforzando. Llevaba dos años enamorado de aquel ambiente hogareño y
cálido, y deseaba por encima de todo que todo funcionase de la mejor manera posible.
Quería
recordar ese año como el año en el que Hufllepuff resplandecería y destacaría.
Así
que se lo tomó con calma al ver que todos los alumnos estaban cumpliendo sus
deberes mañaneros.
Una
vez en el Gran Comedor, se tomó un par de minutos para decir unas palabras a
los recién llegados.
-
- Muy buenos días a todos, especialmente a
nuestros nuevos compañeros que llegaron ayer por primera vez al castillo. Será
un placer para mí el poder ayudaros en cualquier duda que tengáis sobre el
castillo, las clases o los profesores. Mi nombre es Callum Ollard y es mi
primer año como prefecto de esta casa. Ahora me dirigiré a los alumnos de
primer año para recordarles unas cuantas normas básicas…- no pudo terminar la
oración, puesto que una magdalena de zanahoria impactó de lleno en su cara.
Toda
la mesa se quedó completamente en silencio durante unos
segundos, observando a dos chicas sentadas una en frente de la otra, discutiendo en un tono que Callum clasificó como de exteriores.
segundos, observando a dos chicas sentadas una en frente de la otra, discutiendo en un tono que Callum clasificó como de exteriores.
- - ¡Tú eres la rara! ¡Estúpida granjera! ¡Vuélvete
a Italia a recoger mierda de dragón! - gritó la primera, una chica de pelo
castaño claro y largo, peinado en una coleta alta.
La
otra chica, de pelo rubio, largo y un poco rebelde, soltó una carcajada amarga
y le lanzó un bollo relleno de crema, que explotó al colisionar con la cabeza
de la otra chica, que se había quedado paralizada, sin creerse lo que la rubia
había hecho.
-Oh, tú no te has atrevido. No me lo creo.
-Créelo, idiota. ¿Se te han bajado los humos ya?
Nadie
en toda la mesa amarilla y negra podía creerse lo que aquellas dos chicas
desataron.
La
primera y gran guerra de comida entre tejones. Duró como dos minutos hasta que
Callum puso fin a dicha estupidez.
Tomó
a la chica castaña de segundo año y comenzó a buscar con la mirada a la rubia,
pero había desaparecido.
Regañó
a la chica que consiguió retener y le impuso como castigo recoger lo que habían
manchado.
- - ¿Cuál es el nombre de la chica que tiró el
bollo?- le preguntó a la alumna de segundo año.
- - Nerissa Alazio. Es de segundo año, como yo.-
contestó a regañadientes, continuando con su tarea de limpieza.
Sin
más, Callum decidió simplemente buscar a la rubia cuando tuviese tiempo, en
lugar de dejar sus responsabilidades de lado por imponer un castigo a una
alumna.
Ya
lo haría cuando la viese.
- - Parece que eso de ser autoritario no se te da
muy bien, Cal.- bromeó su mejor amigo, Ashton.
- - Cállate. No es tan fácil como lo pintan.- gruñó
el chico de ojos azules, malhumorado. Primer día en Hogwarts y lo primero que
le ocurría en la mañana era ser golpeado por una magdalena.
- - Venga, no te pongas así. Al menos tuviste la
suerte de que te la lanzó una chica. Es lo más cerca que has estado de que una
rubia te haga caso, ¿Me equivoco?- rio su amigo, palmeándole la espalda.
- - Deja de ser tan capullo, ¿Quieres?
Historia
de la magia se impartía en una de las aulas de la segunda planta, por lo que no
se trataba de un camino excesivamente largo desde el Gran Comedor.
Durante
el camino se cruzaron un par de alumnas de Slytherin de segundo año yendo hacia
su primera clase.
Entonces
el prefecto se percató de una cosa. Parte de su trabajo era memorizar los
horarios de los alumnos para saber en qué lugar se encontrarían en caso de
alguna evacuación de emergencia.
Y por
lo tanto, sabía dónde estaría la chica rubia en ese momento.
- - ¡Es cierto! ¡Tiene Encantamientos ahora!-
exclamó, confundiendo a su acompañante.
- - ¿Estás dormido todavía? Tenemos Historia de la
magia, Callum.
El
castaño empezó a correr escaleras abajo.
- - Lo siento, Ashton, tengo que hacer una cosa.
A una
velocidad que casi no se creía, corrió hacia el aula de Encantamientos, dónde
estaban congregados unos cuantos alumnos de Slytherin y Hufflepuff.
Buscó
rápidamente con la mirada hasta dar con aquella cabellera dorada. No fue
difícil, pues resplandecía y destacaba entre el resto de tonos oscuros.
- - ¿Nerissa Alazio?- pronunció alto y claro,
haciendo que la mayoría de los alumnos se diesen la vuelta, excepto ella.
Algunos pasearon la mirada desde el prefecto a la chica, que viéndose sin
escapatoria simplemente se giró para encarar al nuevo prefecto.
Al ver
la expresión del mayor, se dio cuenta de que iba a caerle un gran castigo. Así
que hizo acopio de todo su valor, le dedicó una deslumbrante sonrisa que dejó
paralizados a todos los alumnos presentes.
Sus
compañeros de clase nunca habían visto a Nerissa sonreír de esa manera.
Y
aprovechando que todos estaban desconcertados, llevó a cabo su maniobra de
escape.
Comenzó
una carrera por el pasillo en dirección contraria a su perseguidor, al cual le
llevaba tan solo cinco segundos
de ventaja.
Aprovechando
una de las esquinas de los pasillos, se escondió en uno de los armarios de la
limpieza.
Esperó
pacientemente a que terminasen las clases, puesto que si algún profesor la
veía, tendría más problemas que un patético castigo.
Cuarenta
y cinco minutos después, salió lentamente de su escondite.
Imaginó
que el prefecto había desistido en su tarea de buscarla, así que caminó con
tranquilidad por los pasillos, de vuelta a su siguiente clase.
Callum,
en lugar de volver y tomar su primera clase, siguió buscando a la alumna
problemática por el castillo. En primer lugar, por haber huido del prefecto de
su casa. Y en segundo lugar, por faltar a la primera clase.
Por
desgracia, tenía la sensación de que no sería el único problema que tendría con
esa alumna.
Veinte
minutos después, empezó a darse por vencido, pues no tenía ni idea de dónde
podría haberse metido la rubia.
Entonces,
una manada de alumnos llenaron los pasillos de la primera planta. Decenas de chicos
y chicas con libros caminaban atropelladamente, empujándose unos a otros.
Iba a
poner orden para que nadie se hiciese daño cuando alguien chocó con él,
empujándole levemente. Cuando
miró hacia abajo, se dio cuenta de que había tirado sin querer a una alumna de
pelo castaño oscuro, que llevaba un uniforme de la casa Ravenclaw.
Apenado, le tendió una mano para ayudarla a levantarse.
- - Lo siento mucho, no era mi intención tirarte al
suelo.- se disculpó el castaño. La chica levantó la mirada y ambos se quedaron
completamente sorprendidos.
- - ¿Callum?
-
- ¿Hayley?- la voz del chico fue un tono más
aguda de lo normal debido a la sorpresa.
Él chico
repentinamente también terminó chocando contra las frías baldosas tras sentir
un fuerte
golpe en su
hombro. Miró hacia arriba aturdido viendo la pelirroja cabellera de una chica
de
Gryffindor de
primer año.
–
¿Qué crees que
haces niña? - preguntó él frotándose la cabeza por el golpe recibido, levantándose
y posicionándose frente a Cataleya.
–
¡Imbécil! ¡Casi
la matas! Mira por donde andas birollo. - él se quedó perplejo ante la osadía de
la desconocida. Hayley se rió tras ellos atrayendo la atención.
–
Cataleya, te
presento a mi primo Callum. Callum, ésta es mi ángel de la guarda, Cataleya.- la
pequeña O´Brien abrió mucho los ojos y en su rostro apareció una enorme
sonrisa.
- - ¿No estabas en un internado en Escocia?- le
preguntó a su primo.
-
Bueno… Hogwarts también es un internado.- el
prefecto sonrió con falsa inocencia. No podía decirle que tenía prohibido
hablar con ella sobre magia desde que eran pequeños.
Hayley
fingió creerle tan solo porque estaba realmente contenta por volver a ver a su
primo después de tantos años.
- - ¿En qué casa estás?
- - Soy prefecto de Hufflepuff.- admitió el mayor,
sonrojándose un poco. Todavía no se acostumbraba al cargo que ejercía.
Su
prima le dedicó una sonrisa maravillada.
- - ¿Qué haces aquí, a todo esto? ¿No deberías
estar en clase?
Aquella
pregunta por parte de la pelirroja le devolvió al mundo real, dónde perseguía a
una escurridiza niña problemática de segundo año que iba causando estragos por
donde podía.
Su
sonrisa se enfrió y buscó con la mirada aquella cabellera característica de la
chica de segundo año, sin éxito.
- - Se suponía que iba a castigar a alguien por lo
de esta mañana en el desayuno, pero se ha escaqueado.- suspiró y se llevó los
dedos índice y pulgar al puente de la nariz, pellizcándolo suavemente con la
intención de calmarse un poco.
- - Nosotras deberíamos ir a nuestra siguiente
clase, la verdad.- Cataleya estaba impaciente. Su siguiente clase empezaba en
diez minutos y no quería llegar tarde ya el primer día.
- - Es cierto, Cata. Primer año, Ravenclaw, Callum.
No lo olvides y ven a verme de vez en cuando.- la pequeña castaña se despidió
de su primo con un dulce beso en la mejilla y se alejó junto a su amiga.
Aquello
dejó una sonrisa permanente en el rostro del prefecto. Había echado de menos a
su prima. Y aunque tenían muchas cosas de las que hablar, se sintió afotunado
porque tendrían años para hablar de todo y más en el castillo.
Continuará...
~♤~
¡Bueno, bueno! He aquí el prometido tercer capítulo del fanfic.
He de decir que estamos muy contentas porque se ha unido un nuevo miembro a la plantilla, Nés, nuestro ilustrador privado. Nos deleitará con fanarts, al igual que nuestra querida Nun. Sus obras las podréis encontrar en el apartado "Fanarts", el cual hemos dedicado exclusivamente a ello. Si alguien nos quiere enviar algún trabajo propio podréis encontrar nuestra información personal en la página donde lo estipulamos. Espero que os guste el tercer capítulo.
¡Val fuera!
Abracitos de
Las Nuevas Merodeadoras
Abracitos de
Las Nuevas Merodeadoras
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